Los profesionales que estamos en contacto con madres lactantes oímos demasiado a menudo esta sentencia: “No tengo suficiente leche. Mi bebé se queda con hambre”
La expresión de ese miedo a no tener suficiente leche es muy frecuente y seguramente afecta en algún momento a todas las madres. Son muchas las mujeres que dudan o a las que hacen dudar de su capacidad para producir leche en cantidad suficiente para alimentar a su hijo.
La mayoría de las veces son temores infundados, que carecen de toda lógica. Son fruto de dudas o inseguridades, originadas por el desconocimiento de la fisiología de la lactancia materna y, sobre todo, por la presión a la que se ve sometida una nueva madre por todo su entorno, tanto social, como familiar y, lamentablemente, sanitario.
Debemos ponernos en el lugar de una madre reciente, que ya desde el momento en que hacía planes para tener a su bebé se ve influenciada por toda una cascada de axiomas anti lactancia a su alrededor: publicidad engañosa, consejos inadecuados, tradiciones dañinas o indicaciones carentes a veces de toda lógica. Puede parecer increíble pero nos hemos encontrado con afirmaciones y consejos como los siguientes:
“Durante el embarazo debes preparar tus pezones para endurecerlos y así evitar las grietas”
“Debes tomar mucha leche para poder producir suficiente leche para tu bebé”
“El calostro no sirve para nada; hasta que te suba la leche debes darle biberón”
“Yo he criado a mis hijos con biberón y no les ha pasado nada”
Y otras similares…
Para responder a esta pregunta analicemos de qué estamos hablando.
La producción de leche se realiza mediante el funcionamiento de unas glándulas exocrinas mediadas por estímulos neuro-endocrinos (las glándulas mamarias). Es tan sencillo como que un estímulo nervioso (la succión de la criatura en el pezón), desencadena la producción de las hormonas que producen la leche y la conducen al exterior (prolactina y oxitocina). Básicamente este es todo el secreto de la producción de la leche en todas las mamíferas del planeta.
¿Hay entonces madres que no producen leche, o que no producen suficiente? Pues claro. Hay ocasiones en que se puede producir una hipogalactia (baja producción de leche) o incluso la no producción de leche.
La hipogalactia real, la verdadera, ocurre generalmente por alguna causa de tipo médico; hay veces que esta hipogalactia no se puede tratar, como en el caso de una agenesia de tejido mamario, un síndrome de Sheeham o un déficit congénito de prolactina. Pero la incidencia de estos casos es muy baja.
Puede haber otros casos de hipogalactia por causa médicas que pueden tratarse, como el hipotiroidismo o la retención de restos placentarios.
Pero aun así y sumados ambos no representan un alto porcentaje de casos.
“El niño llora porque se queda con hambre”
“Tu leche es aguada y no le alimenta”
“Tienes los pezones muy planos (o muy grandes)”
“No me aguanta las tres horas; eso es porque mi leche no le alimenta”
“Mi madre tampoco pudo darnos pecho ni a mí ni a mis hermanos”
Seguro que hemos oído alguna vez una o varias de estas frases. Cuando se escuchan suenan como sentencias que anuncian el final de una lactancia. Pero, ¿qué hay de cierto en todo ello?
La única verdad es que en nuestra sociedad actual, la culpa de casi todo lo que le ocurre a un bebé es de la lactancia. Cualquier cosa se puede interpretar como una falta de producción de leche, como una leche “de mala calidad”, o como un efecto adverso de la misma.
Y todo ello tiene en común la culpabilización y el sentimiento de inseguridad que crea en la madre:
Hay ocasiones en que la escasa producción de leche materna es una realidad y puede dificultar o impedir la lactancia materna, eso es cierto. La hipogalactia puede ocurrir y es necesario realizar un diagnóstico de forma rápida.
Hay que tener en cuenta que la hipogalactia es un trastorno multifactorial, desencadenado por numerosos factores que pueden depender de la madre, del bebé o incluso con la técnica de manejo de la lactancia. Para poder realizar un diagnóstico correcto y poderla detectar a tiempo es imprescindible que sea valorado por un profesional cualificado y formado específicamente en lactancia materna.
No todos los profesionales de la salud tienen conocimientos en lactancia materna ni están todos capacitados para ayudar a las madres lactantes y a sus bebés cuando surge un problema o una dificultad con la lactancia.
La formación específica en lactancia materna no forma parte de las asignaturas que se imparten en las carreras universitarias de los profesionales de salud. Por ello, para poder prestar una ayuda efectiva a las madres y a sus hijos resulta imprescindible que los profesionales que están en contacto con ellos cuenten con una formación específica, adecuada y de calidad.
En nuestra web, www.formacionenlactancia.com , podrás encontrar un curso que cumple a la perfección con estas condiciones, y que te prepara para poder ser un experto en lactancia materna (IBCLC), pudiendo así ayudar con garantía y eficacia a las madre y a sus hijos.
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Me interesa estar bien capacitada en lactancia materna para poder asesorar de forma correcta a las madres.